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¿QUÉ SON LOS EXLIBRIS Y QUÉ ES LO QUE LOS HACE TAN INTERESANTES?

Muchos amantes de la lectura, a lo largo de sus viajes literarios, quizá se hayan cruzado alguna vez con un exlibris en su camino. Nos referimos a esas marcas, generalmente en forma de estampación, grabado o etiqueta, que pueden encontrarse en el reverso de la cubierta de algunos libros, o en alguna de las primeras hojas tras las páginas de cortesía del volumen en cuestión, y antes del inicio del bloque de texto principal. Estas ilustraciones, plasmadas a través de diferentes técnicas, existen desde hace ya varios milenios, aunque su forma ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, llegando a adquirir valor artístico por sí mismas. En ellas, podemos descifrar información adicional sobre el libro en cuestión, sobre la temática del texto y, sobre todo, sobre su propietario: su profesión, su posición social, algunos aspectos de su personalidad, etc. Es por ello que estos exlibris despiertan a menudo la imaginación de los lectores más curiosos, ya que nos invitan a descubrir más sobre la historia de los libros que caen en nuestras manos. Así, hoy queremos acercarnos al mundo de los exlibris, para conocer qué son estas estampaciones, cuál es su función y cómo han ido adquiriendo cada vez más valor con el paso de los años.

¿Qué son los exlibris?

Los exlibris, también ex libris o ex-libris, son marcas de propiedad que podemos encontrar en los reversos de las cubiertas de algunos libros. Su nombre viene dado por la locución latina “ex libris”, que quiere decir literalmente “de entre los libros de”. Así, esta marca en forma de sello, grabado o estampación, hace referencia a que un volumen concreto pertenece a una biblioteca, bien sea de una persona física o de una institución. En su forma, los exlibris presentan información referente del propietario del libro, así como una ilustración relacionada con él, que puede estar realizada mediante diferentes técnicas y abordar temáticas muy dispares: escudos dinásticos, emblemas gremiales, sellos profesionales, temáticas humorísticas, religiosas, aficiones, rasgos de la personalidad del propietario o de la institución, etc.

A modo de criterio de unificación, la Federación Internacional de Amigos de los Exlibris (FISAE) propone una serie de pautas que deberían seguir estos sellos de propiedad de los libros:

  • Que el lado más largo del grabado o estampación no supere los 13 cm, con el objetivo de que el exlibris pueda ser incluido en libros de todos los tamaños, incluyendo también los más pequeños.
  • Que incluya de forma explícita la inscripción “exlibris”(o cualquiera de sus variantes), bien en latín o en otro idioma.
  • Debe aparecer el nombre del propietario del volumen, tanto si este es una persona física como si es una institución, o al menos sus iniciales.
  • La ilustración del exlibris debe guardar algún tipo de relación con el propietario, debe mostrar algún rasgo identificativo.

Origen y evolución de los exlibris

El primer antecedente de un exlibris del que se tiene noticia perteneció al faraón egipcio Amenofis III, que reinó desde el año 1390 hasta el 1353 antes de Cristo, por lo que podemos considerar que los exlibris tienen más de 3350 años de historia. En aquel tiempo, Amenofis III mandó fabricar un sello de barro cocido, acabado en esmalte azul. Este sello, que muestra una serie de jeroglíficos, se usaba para marcar los estuches en donde se guardaban los pergaminos y papiros de su biblioteca. Una pieza que aún se conserva en el Museo Británico.

Milkau Exlibris (Kartusche) Amenophis III. Fuente: Wikipedia

 

Ya en la Edad Media, los libros eran considerados artículos de auténtico lujo, reservados solo a reyes, señores feudales y, sobre todo, a monjes escribanos, quienes se encargaban de preservar y transmitir el conocimiento y la cultura. Es este un período histórico de enorme proliferación de los exlibris, a menudo para alertar al lector de las maldiciones y penalidades que le esperaban a aquel que robara un determinado libro o que no lo cuidase adecuadamente: “Robar este libro cierra las puertas del cielo y destruirlo, abre las del infierno”, es un ejemplo del tipo de advertencias que podía leerse en algunos volúmenes de esta época. La amenaza directa de excomunión era otra de las más comunes en los exlibris de las bibliotecas monásticas.

En España, el primer exlibris del que se tiene constancia perteneció al rey Fruela I de Asturias, hijo de Alfonso I, y que reinó del año 757 al 768 d. C. Más tarde, con la implantación de la imprenta a mediados del siglo XV, se abría por primera vez la posibilidad de reproducir copias idénticas de textos y a una velocidad mucho mayor, algo que hizo que también los exlibris fueran cada vez más populares. Con las nuevas técnicas de estampación, los exlibris adquirieron la forma con la que los conocemos en la actualidad. El exlibris más antiguo impreso mediante estos nuevo métodos perteneció al capellán bábaro Hanns Igler. En el se podía leer la inscripción “Hanns Igler te da un beso de erizo”, sobre una xilografía que representa a este animal. Un juego de palabras bastante obvio, ya que “igler” es “erizo” en alemán.

exlibris del capellán bávaro Hans Igler

exlibris del capellán bávaro Hans Igler

En cuanto a las temáticas, en un primer momento los exlibris de la Edad Media muestran los emblemas y escudos heráldicos de miembros de la nobleza y del clero. Con el paso del tiempo, los libros se van popularizando entre los diferentes estratos sociales, alcanzando también al pueblo llano. Aparecen en Europa las grandes bibliotecas y las ilustraciones de los exlibris comienzan a mostrar motivos más personales y alegóricos.

Ya a finales del siglo XIX y principios del XX, se produce una gran difusión de los exlibris, sobre todo ligados a los movimientos artísticos del modernismo y del art nouveau. También aparecen los primeros catálogos, concursos y coleccionistas de exlibris. Los motivos son de lo más variopintos: cómicos, infantiles, médicos, religiosos y relacionados con el mundo del vino entre otros.

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